Bojan, el majo




Después de visionar el programa de esta semana de "El Convidat", encima de estas líneas, cualquier culé de pro se encuentra en un dilema existencial para con Bojan.

"¿Y si nos portamos mal con él? Igual solo necesitaba comprensión. Minutos. Confianza."

Un sentimiento generalizado había comenzando a extenderse. "Pobre Bojan".

Para intentar que no cunda el pánico en la conciencia del barcelonista y éste pueda seguir concibiendo el sueño, vamos a intentar analizar lo sucedido desde dos ópticas distintas. La de Bojan como Persona, y la de Bojan como Futbolista.

Valorar ambos aspectos a la hora de contar con un jugador en un equipo es importante.

Uno de los ejemplos más claros es Mario Balotelli, excepcional como futbolista pero con una personalidad tendente al cortocircuito inmediato y (por desgracia) reiterativo.

¿Tiene Balotelli potencial futbolístico como para interesar a cualquier club? Sí ¿Compensa? Probablemente no.

El caso de Bojan es diametralmente opuesto.

En lo personal: Un chico fantástico, encantador, con un carácter pausado y divertido que encandila rápidamente. En el programa del otro día se le ve sincero, ¿como podría alguien odiarlo viendo la perra que se gasta, La Nina? Hasta se ríe de sí mismo cuando el presentador se la mete doblada con lo de 'No te convocaban ni al Crackovia, tú'. Fantástico.

Era joven cuando debutó y el excesivo ansia de los medios catalanes por convertir todo lo que que sale de la Masía en oro molido le pasó factura. Es duro. No le pasó a él solo. Jesús Navas casi abandona la practica del fútbol. Se le vino encima el mundo cuando pisó Primera División. La fama, el reconocimiento, amistades interesadas... demasiado peso para futbolistas tan jóvenes. Pobre Bojan.

Despertó un cariño en el Camp Nou que a mi, personalmente, me recuerda al que levantó en su día Javier Roberto Saviola. El Conejo se metió al público en el bolsillo con aquel gol contra el Tenerife, con una jugada digna de guardar en cualquier videoteca que se precie.





Da igual que el resto de su carrera pusiera día si y día también la cabeza en el manillar como Mario Cipollini en cualquier sprint, y que la fuerza de su tiro rondara la potencia de un benjamín. Con su sonrisa, sus buenos modales y su gol al Tenerife, Saviola tenía a Can Barça rendido a sus pies. Así funciona esto. Y eso que él, ni era de Linyola ni llevaba desde los nueve años metiendo chicharros en las categorías inferiores.

Centrémonos ahora en la carrera de Bojan como futbolista.

Superados los 800 goles en categorías inferiores, jugando siempre en categorías superiores a las que le correspondería por edad, no puede negarse que su trayectoria tiene/tenía mucho mérito.
El debut con Rijkaard es perfecto. Haciendo lo que había aprendido. Marcando.

Llegaron nuevos tiempos, el sistema cambió. Un sistema en donde Bojan, por sus condiciones, tenía que adaptarse con calzador. Tras unas temporadas de más grises (e incluso negros), que claros intentando asimilar su nueva posición percutiendo desde banda, parece ver el final del túnel con la crisis de Zlatan Ibrahimovic.

Hablando en plata, el hecho de coincidir en el espacio-tiempo con un Henry prejubilado y un Zlatan anarquista, hicieron florecer a un Bojan que llegó just-in-time para salvar los muebles en Sevilla (jugando de delantero centro, claro) y callar las bocas (un par de días) de sus detractores.

Mucho se habla estos días de lo que habría pasado si el árbitro que vio mano de Touré Yaya en aquel control contra el Inter de Milán, hubiera dejado seguir.

Siendo objetivos: Que Pizzi marcara el 5-4 de aquella remontada ante el Atlético de Madrid en Copa del Rey, ¿lo convirtió en titularísimo?

Simplemente habría costado más deshacerse de Bojan, el salvador. Como Rivaldo en su día con la chilena de marras, que disfrutó un año de vacaciones pagadas después de la misma.

Bojan posee condiciones para triunfar en el mundo del fútbol (otra cosa es que lo logre), al igual que triunfaron Eto'o e Ibrahimovic, delanteros que tampoco le sirvieron a Guardiola. Pero no vale para este Barça. Le deseo suerte en la Roma y allí donde esté. Bien lejos, a poder ser.

Como muchos sabéis, la carrera de Bojan en Barcelona nunca fue de mi agrado. Debió de jugar tanto contra mayores de pequeño, que de profesional seguía pareciendo como si él fuera todavía un alevín. Auspiciado en la banda, los controles erróneos y los regates infructuosos eran el pan de cada día. Ubicado en el centro, provocaba agujetas en el brazo del linier.

Tras el año pasado, sin pena ni gloria, decide marcharse. Podría hacerlo como un señor. Como lo hizo Jeffren, consciente de que la mejor opción era la salida y asumiéndola sin rencores.

Bojan elige otra opción, respetable, pero no compartida, de ejercer nula autocrítica y exonerar culpas. Entrenaba mal, pero era porque todo lo que hacía no servía para nada. Guardiola ya le había puesto la cruz. Su trabajo (?) no se veía recompensado. Pobre Bojan.

¿Pobre Bojan? Rajar de un entrenador es lo más sencillo del mundo, y es fácil que te crean.
Pero hace falta tener muy poca vergüenza para hacerlo de alguien que te ha defendido una y otra, y otra, y otra vez en rueda de prensa, a pesar de que tu actuación en el campo dejase mucho, muchísimo que desear. Errores de juventud, supongo.

A parte de la falta de inteligencia por vincular su regreso a la marcha de Guardiola, demuestra su inmadurez al volver a recalcar que se marchó por no jugar la final de la Champions, cuando iban ganando por 3-1 en Wembley. ¿Cuantos jugadores pagarían por estar en ese banquillo con 21 años? Lo racional es explicar que decides marcharte porque has visto frenada tu progresión y necesitas minutos, sin más. No se entiende la necesidad de seguir poniendo a Guardiola en el candelero como el malo de la historia, como un dictador que te largó y que encima no te hablaba ni te daba explicaciones. No sirve para nada.

Salvo para goce y disfrute del Grupo Godó, claro.

Los excesos de vanidad nunca fueron buenos, y créeme, Bojan, nadie sabe a que te refieres en el momento que dices que el año pasado merecías continuidad cuando lo hiciste bien.

Sinceramente, me debí de perder esa jugada cuando fui al baño.