O noso derbi

Muchas sensaciones encontradas en el partido de ayer en Riazor.

Alegría al ver el estadio a rebosar, con un ambiente de Primera, con una repercusión a nivel estatal que pocos partidos de Segunda podrían levantar.

Tristeza al ver a los cuatro tontos de siempre, que llevaban muchos años reprimidos y que tenían que dejar constancia de que su estupidez sigue vigente. Mala imagen la de las bengalas cayendo con el partido ya iniciado.

El tempranero gol del Deportivo marcó la pauta a seguir del partido, tras una acción fortuita donde Riki remata con un desparpajo sorprendente en él y Jonathan Vila acaba introduciendo, pese a lucir un pelazo, el balón en la portería de Yoel, que estaba ya tomando un vermouth en el suelo.

El Celta salió con un equipo de toque, a tener el balón y a jugar al ataque. Contando a Iago Aspas, De Lucas, David Rodríguez y Mario Bermejo, salen 4 delanteros natos sobre el campo.

Pero el gol lo cambió todo.

Le costaba al Celta recuperar el balón, y el Deportivo lo tenía claro, no había prisa por cerrar el partido, y de momento se le había puesto todo de cara. En ese sentido, la ausencia de Natxo Insa y Cristian Bustos se dejó notar (todavía no atisbo a comprender porqué fue titular ayer Oubiña, que lejos de coger el timón del equipo, dejó destellos de calidad en momentos innecesarios).

Oier ha sido visto hoy haciéndose una ecografía en el Hospital Juan Canalejo tras el hijo que le hizo ayer Salomão por la banda izquierda. No deja de ser una vergüenza que la baja de Hugo Mallo se debiese a su convocatoria con la Sub-21. Momento ideal para recordar al añorado Laporta, "¿le pagan las selecciones el salario al jugador?".

Este Celta me recuerda al Atleti de Quique Sánchez Flores, con un potencial brutal en la delantera, pero con un equipo inconexo en el mediocampo, donde el doble pivote no llega a rellenar el oasis que se genera entre la defensa y la parte de arriba.

Tras unos disparos de David Rodríguez y De Lucas al muñeco en el primer tiempo, fue con la entrada de Fabián Orellana cuando el Celta generó más peligro, llegando a alcanzar el efímero empate que aguantaron en el marcador durante la friolera de ¡un minuto!. El despiste de Orellana, crecido por el gol, es grande, pero la pasividad de los centrales ante el contragolpe y el hueco que le dejan a Lassad es mayor. Un Lassad (que no era titular y entró por Riki, lesionado, en el minuto 13, cosa que por supuesto favoreció al Deportivo), que se sacó un trallazo que dejó a Vigo congelado y sin tiempo a acabar de saborear el empate que habían alcanzado. Un 'coitus interruptus' en toda regla. El buen celtista/celtarra sabe de lo que hablo, como también sabe que no es la primera vez que pasa y que seguramente no será la última.

Pero el ascenso, gracias a Dios, no se jugaba en Coruña. Para revanchas, queda Vigo, y para el resto hay que remar.

Si fuera fácil, no sería el Celta.

Nota 1: Para Navidad, le pediré a los Reyes que David Rodríguez deje de jugar en la izquierda, que Orellana tenga más minutos y que el centro del campo lo formen Natxo Insa, Christian Bustos y Álex López.

Nota 2: Tengo a mi compañero de trabajo de testigo; lo primero que pensé cuando repitieron el pique de Iago Aspas y Colotto, en donde el de Moaña se frena a atar las botas hasta 3 veces para molestar al central, es que era carne de Photoshop. Ni siquiera hizo falta, esta es la portada del diario Depor Sport en el día de hoy: